jueves, 16 de julio de 2009

Tus ojos grandes se abrían y cerraban, como tratando de descifrar mis extrañas divagaciones. Nada era tan importante en ese momento como comprender mi mente. Sentía tus suaves palabras deslizándose en mis oídos, entendiendo vagamente el significado de estas. El vapor salía por nuestras narices y bocas, perdiéndose en el infinito relleno de risas y amores lejanos.

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